Contribuyentes

miércoles, 27 de julio de 2011

De fiestas veraniegas

Cierto es, que en verano tenemos esa magnífica costumbre de hacer fiesta por todo:
por los santos, por las comidas típicas, por las estaciones del año, por las épocas pasadas y los periodos eternos, por tipos de música, por inauguraciones, por clausuras, por aniversarios, por que sí...
Supongo que eso es lo que consigue que no nos cortemos las venas a la primera de cambio.
Pero yo como tengo un horario de mierda en un trabajo que no me proporciona ni la más mínima satisfacción, pero es el que hay, apenas puedo ir a ninguna. Quizás sea esa la razón de que cuando puedo ir a alguna, la disfruto como cuando tenia 12 años.
Es tanta la gente que quiere asistir a la proyección, pues únicamente es visible si están dentro de la Plaza del Obradoiro, que cortan los accesos a la mencionada plaza unas 3 o 4 horas antes de que empiece el espectáculo.
El año pasado lo intenté, pero no pude entrar. Este año estaba totalmente decidido a ir, así que a primera hora de la tarde ya estaba en Santiago con mi novio y una amiga.
Una vez desprovistos de mochila -pues no permiten el acceso a la plaza con mochilas grandes como la de la reflex- y provistos de bocadillos y bebida, buscamos un hueco entre la multitud y nos sentamos en el suelo, como todo el mundo. A partir de ahí, a esperar unas cuatro horas. La espera se lleva bien, pues a menudo hay un montón de turistas que vienen ex proceso pro motivo de las fiestas. Otros muchos son peregrinos que han hecho coincidir su llegada con este día festivo. Pero sobre todo, gente de toda la Comunidad. Miles y miles de personas, pero solo unos pocos hemos sido los afortunados.
A las once de la noche se apagan todas las farolas de la plaza, los proyectores de la catedral y cualquier fuente de luz artificial.
Comienza entonces a sonar una melodía, y de la negra oscuridad crece una brillante enredadera que trepa por la catedral hasta lo más alto. La siguiente media hora discurre entre dragones, mariposas, barcos, puestas de sol...y la catedral cobra vida: las torres que soportan las campanas comienzan a girar sobre si mismas, los contrafuertes se mueven cual teclas de piano al ritmo de la música, las columnas se mueven...
Recomiendo ver el vídeo(uno y dos) para que os hagáis una idea, aunque, después de haber estado allí, y verlo también en vídeo, os puedo decir que la grabación se queda en una triste anécdota.
Poco antes de que termine la proyección se inicia la tirada de fuegos artificiales, que juegan con el contraluz dependiendo si se detonan detrás, sobre o ante la catedral, y al mismo tiempo, unos potentísimos proyectores de colores juegan y acompañan los destellos y flashes. La catedral parece arder.
Y finalmente, poco a poco, todo cesa. Es el momento de desplazarse hasta la zona de orquestas, tómbolas, atracciones y chiringuitos varios, en la alameda y la zona universitaria.
Nosotros dimos un breve paseo según nos dirigíamos hacia el coche. Yo tenia que trabajar al día siguiente. Con todo, llegue a casa a las cuatro de la madrugada.
Pero las tropecientas fotos que tomé, el recuerdo fresco de ver esa catedral que he visto tantas veces, pero vestida de colores vivos y en movimiento, han hecho que sueñe cosas bonitas. 
Estoy, lo que se puede decir... alucinado.

miércoles, 20 de julio de 2011

De calles con encanto

Tengo la suerte de vivir en el centro.
Eso implica disfrutar de unos momentos de placer enormes, tanto por el día, como por la noche.
La calle donde vivo, hasta hace un par de años disfrutaba de dos carriles y otro para aparcar. Se podrían aparcar unos cien coches a lo largo de la calle.
Pero por suerte, el último plan de humanización del ayuntamiento ha convertido dos de los carriles en unas enormes aceras para poder pasear, perfectamente delimitadas con unos hermosos barrotes de aluminio de un metro de alto, para que ningún vehículo pueda siquiera estacionar.
Ahora, vivo en una calle donde nadie puede estacionar, ni tan siquiera el típico "momentito".
Por supuesto, hay 5 huecos con capacidad para 3 vehículos en cada uno, reservados para carga y descarga.Estos huecos están limitados por unas jardineras de granito con la altitud perfecta para no ser vistos por los espejos retrovisores y dejarte los bajos del furgón. Habitualmente se pueden ver trozos de defensas es estos aparcamientos, que los vecinos depositan en los contenedores de amarillos. por que aquí, sobre todo colaboramos con el medio ambiente. Reciclamos. De hecho, reciclamos tanto que tenemos contenedores verdes, amarillos, azules, los iglús para el cristal, los cuadrados para el cartón, otros también cuadrados para ropa...vivo entre contenedores. Y los camiones que recogen los residuos pasan todas las noches:
Sobre la una y media de la madrugada, el de los contenedores verdes, Suele tardar unos 20 minutos en recoger los cerca de 15 contenedores que hay a lo largo de la calle y como no se puede adelantar, el ruido del camión y de los 15 o 20 coches en procesión que le siguen, sirve para recordarme lo bien que se vive en el centro. cuando el camión engancha un contenedor, su motor se revoluciona para elevarlo hasta que se oye el "pataplam ¡¡¡" en ocasiones con repetición por si se ha quedado alguna bolsa enganchada al contenedor.
No suelen tardar mucho el resto de los camiones. Pero a eso de las cinco de la madrugada, suelen terminar su trabajo. Que grandes esos hombres que trasnochan para que podamos depositar al día siguiente nuestros residuos. Mi favorito es el enorme camión lava-contenedores. Es con diferencia, el que mas tarda y mas ruido hace. Pero mis noches no terminan aquí: Los dos camiones que abastecen al supermercado y a la frutería respectivamente, ponen el colofón final, y saludan a los primeros rayos de sol, al tiempo que se reinicia el trafico y, por fin, a eso de las 8 de la mañana, el enorme atasco, acompañados de las bocinas de quienes quieres -pero no pueden- salir de sus garajes, obstruidos por coches mal aparcados.
La calle donde vivo no me permite aparcar el coche cerca de mi casa. De hecho, suelo aparcarlo y dar un paseo de 10 minutos hasta casa. Pero este paseo, cuando llegas de trabajar cansado y con hambre despues de hacerte una hora de coche, te sirve para recordarte la suerte que tienes de vivir en el centro, donde todo está tan a mano. Claro, si llueve te empapas de camino a casa, pero ¡¡¡que narices !!!, esto es Galicia.
Además, teniendo uno de los impuestos de circulación mas caros de España, estoy seguro que mi ayuntamiento siempre dispondrá de los recursos necesarios para seguir facilitandonos la vida a nosotros los ciudadanos. El que amenudo no atiendan nuestras peticiones sólo significa, que no pedimos lo correcto. Ellos saben que es lo que nos conviene.
La calle donde vivo dispone de unas magnificas farolas nuevas que según han dicho, son de bajo consumo. debe de ser por eso por lo que no alumbran una mierda. Pero para solucionarlo han puesto mas farolas de bajo consumo de las que había antes. aunque claro, si consumen menos, pero ponen mas... bueno, no sé. Yo no soy electricista.
También han puesto un par de sillas y un banco, orientadas a la carretera, a unos 50cm de la calzada. Así, te puedes sentar...¿a ver como pasan los coches lentamente por el eterno atasco?. Cuando alguno echa mas humo de lo habitual, te ahogas un poco, pero al estar sentado, no tienes peligro de desmayarte por falta de oxigeno. Si está todo pensado. Seguro que lo han importado de los chinos, que son muy de calcularlo todo minuciosamente. Los pocos semáforos que quedaban, los están sustituyendo por rotondas. Di que sí. Abajo el consumo eléctrico innecesario. Y de paso, los mantenimientos. Este ayuntamiento piensa en todo, siempre tan concienciado con el ahorro energético y económico. y de paso, se exonera de problemas al ser siempre la culpa del conductor en caso de choque, y no por que se averíen los semáforos, como era habitual.
Pero lo mejor de mi calle no es el eterno ruido, ni los atascos, no el enorme gasto inamortizable en 10 legislaturas. Lo mejor, ni siquiera es el absurdo del mobiliario urbano que no pega nada con nada. Ni siquiera que tengamos unos impuestos desorbitados, o que no se cuente con los que vivimos aquí para hacer obras.
Lo mejor es que, puntualmente cada 18 meses vuelven a levantar las aceras nuevas para meter algún tubo de algo. Primero fue la banda ancha. Luego el agua. Luego, el cambio de baldosas. Después unos tubos verdes que no tengo ni idea de para que son. Y por fin, las reparaciones del agua que perdía pro alguna junta y reventaba las aceras. Tres veces.

Me encanta la calle donde vivo, pero si puedo, me mudo al extraradio. 

martes, 19 de julio de 2011

De repente

Hoy me ha sucedido una cosa que sólo me había sucedido en una ocasión, hace algunos años:
He sentido una mezcla de odio, rencor, frustración, agobio, ansiedad, apatía,..y un montón de adjetivos más al uso.
La situación: 
En el trabajo, faltan 2 horas para terminar mi jornada. Todos los compañeros se van antes que yo. Soy el último.
Lo cierto es que últimamente tenemos una carga de trabajo brutal.
Uno se va, y me pide que le termine un informe. Un resumen. Una especie de listado de los contratos que hemos tocado hoy. La verdad es que ya se iba 10 minutos tarde, y a mi aun me faltaba una hora y pico. Acepto.
Mientras termino mis cosas, otra compañera me pide que la ayude con otro de esos informes. Hace poco que está en el servicio y también se le pasaban unos minutos de su hora, y además, no se había pillado ningún descanso en toda la tarde, a pesar de mis sugerencias. Le enseño como se hace.
Otro compañero directamente se levanta, coge su abrigo y se va diciendo un simple "hasta mañanaaa".
Cuando voy a terminar lo mio (que depende en gran medida de lo que haga el turno de mañana), me empiezo a encontrar pequeños errores. Los habituales Pero a medida que reparo esos pequeños fallos, me encuentro mas. y mas. Y mas. Me empiezo a enfadar. Miro el reloj. Falta apenas media hora. Abro una carpeta y.. un montón de fallos. Y faltan informes. Y los que hay están en carpetas equivocadas. No me cuadra nada. Me frustro. La última compañera, a pesar de todo lo que me quedaba, se va a su casa. Me quedo yo solo y la señora de la limpieza que no deja de hablar y hablar y hablar...
Es la hora de irme, y yo todavía no se por donde empezar a solucionar los fallos. Tengo que enviar los informes a Barcelona. Pero directamente... no hay informes. Noto como me sube la tensión. En mi frente aparece una vena que antes no estaba. Incluso sudo, algo que solo me permito en ocasiones especiales.
La señora de la limpieza me sigue diciendo cosas que no intento entender sobre lo idiota que soy por ofrecerme a hacer lo de los demás, y mentalmente le doy la razón. Mi novio me está esperando. Tengo hambre: son bastante mas de las 11 de la noche. Logro hacer un informe. Con el que ya está hecho de mis compañeros y otro mas que haga, terminaré. Me pongo a ello. Recuerdo que tengo que enviar un mail con el resumen. Se cuelga el FTP, No puedo abrir un archivo. Alguien lo ha abierto desde otro equipo de la red, pero, ¿cual? Hay como 30.. Empiezo a mover ratones como un poseso para que se enciendan los monitores. Hay tres equipos bloqueados por contraseña. ¿Estará ese informe que busco en alguno de ellos? Tengo un listado de contraseñas pero ¿donde? Vuelvo a mi equipo y me pongo a buscar. El ftp se vuelve a colgar. Tengo ganas de llorar. Mi novio me mira con impaciencia pero no dice nada. ya lo dice todo la señora de la limpieza, mientras me invita a moverme para que pueda aspirar la moqueta. No encuentro las contraseñas de los cojones. La de seguridad aparece por allí haciendo su ultima ronda para irnos y cerrar. Faltan 20 minutos. Encuentro la contraseña y voy corriendo hacia el otro pc para desbloquearlo, mientras tropiezo con una silla y me como de bruces otra. Lástima de accidente laboral -pensé-. Desbloqueo, cierro el informe, vuelo hacia mi pc, abro informe, lo cumplimento seguramente con mil errores, lo subo al FTP..pero está colgado otra vez. La de la limpieza sigue hablando. Mi novo habla con la de seguridad. Yo hablo solo en arameo. Reinicio el ftp. Decido dejarlo toda la noche trabajando. Voy a subir el informe que falta, y que ya han hecho mis compañeros....¡¡¡no está!!!
Lo busco. Lo rebusco. Lo vuelvo a comprobar. No existe. No lo han hecho¡¡¡
Apago mi pc, me levanto y me voy sin mediar palabra. Mi novio me sigue atónito. La de seguridad pone cara de "joder, como está el patio", mientras viene detrás. La de la limpieza se queda hablando con su aspiradora.Mientras salgo del edificio recuerdo que no he enviado el mail con el resumen pero en ese momento me daba bastante igual. Llego a mi coche, nos subimos mi novio y yo, pongo la llave en el contacto, peor sin encenderlo; voy a fumar un pitillo...y no tengo.
Me hecho a llorar.

lunes, 11 de julio de 2011

De regresos

He de hacer antes de nada una rectificación;
Decía yo en mi anterior entrada,  que el Camino a Santiago que he realizado el pasado año en bicicleta, no podría ser superado, ni siquiera igualado, por este, en cuanto a los compañeros de viaje.
Añadía incluso, que el listón estaba demasiado alto como para siquiera poder alcanzarlo.
Y sin desmerecer lo más mínimo el trayecto, ni a los compañeros, -grandes compañeros de los que me gusta saber a través de las redes sociales-, del pasado año, he de admitir que este año ha sido aunque totalmente distinto, igual de extraordinario.
Paz de Salamanca, Gaspar de Valencia y Jose Luis de A Coruña, han sido, no sólo un importante sustento durante los ocho dias que ha durado la travesía, sino también una incansable fuente de inspiración y aliento para una docena de proyectos que ahora, de nuevo en la "vida real", tengo que realizar.
Ellos quizás no lo saben por que yo no se lo he dicho, pero he tomado infinidad de notas mentales sobre multitud de cuestiones relacionadas con la fotografía, afición que me gustaría y trato de convertir en algo más, positivismo, lucha diaria contra las dificultades que nos regala la vida, cordura, resistencia, y sobre todo, el disfrutar las cosas a la velocidad adecuada. Sin prisas.
Quizás con ideologías opuestas en algunos aspectos, pero en todo momento dialogantes para llegar al acuerdo esperado.
Posiblemente con vidas totalmente diferentes, pero con una base tan común como la que nos ha unido durante el trayecto.
A ellos les debo una enorme gratitud que no se puede pagar con dinero. Y aunque es posible que no volvamos a coincidir nunca en una misma localización física simultaneamente (o quizás sí), ya forman parte de mi historia, y eso significa continuar juntos el camino de una manera un tanto más espiritual.

En cuanto al camino, en esta ocasión partiendo de Salamanca, lo resumiré en esta entrada diciendo que ha sido sobre todo duro. Al principio con mucho calor por esas rectas infinitas sin arboles ni fuentes si viajaba por carretera, o por esos terrenos escarpados e imposibles si discurría por el propio camino.
Al final, debido a la intensa lluvia gallega, los últimos kilómetros se volvieron complicados.
De nuevo aunque de forma inexplicable, el excedente de peso en las alforjas ha tenido bastante que ver.
Lo imprescindible pesa demasiado.El próximo año, ni siquiera me llevaré lo imprescindible. Seguramente tan sólo lo necesario. Quizás ni eso.
Otras muchas personas han formado parte de mis descansos en cada albergue: Personas que tan sólo vería una vez pues ellos se desplazaban a pié desde Barcelona, Alicante o Sevilla.
Personas que he visto en varias ocasiones al coincidir el medio de transporte y los lugares de descanso.
Personas que escribían lo que sentían. Personas que sentían lo que escribían.
Hospitaleros divertidos  atentos como maripaz de Salamanca o Sergio de Zamora.
Otros menos implicados como en el caso de Lalín,
He conocido lugares tan hermosos que ni tan siquiera un millón de fotografías podrian describir una pequeña parte.
He escuchado anécdotas tan interesantes o divertidas que ni siquiera el cansancio por el esfuerzo diario, podrían conseguir el llevarme a la cama.
He puesto en práctica decenas de consejos de los más experimentados en el camino.
He perfeccionado la técnica en cuanto al pedaleo, equipaje...
Y de nuevo, durante mi segundo camino en bicicleta, he encontrado motivos para realizarlo una vez más.
Son motivos que quizás no sabría explicar con palabras.
Cuatrocientos ochenta y dos kilómetros en bicicleta dan para mucho.
Espero que el año que viene, la cifra aumente considerablemente.

viernes, 1 de julio de 2011

De pedales

No puedo negar que ayer, a estas mismas horas, decidí no ir.
El año pasado me lo pasé tan bien, y conocí a unos compañeros durante el camino, tan auténticos, que no creo que pueda ni siquiera igualar el listón este año.
Llevo pensando en hacer de nuevo el camino de Santiago en Bicicleta, desde el mismo momento en el que lo terminé el año pasado cuando partí desde Oviedo. Pero un año es mucho tiempo, no cave duda. Y suceden muchas cosas. Y te van minando el ánimo: Las cosas del -todavía- trabajo, la forma física que se descuida por que siempre crees que tienes tiempo para ponerte a punto, la distancia que este año aumentaré hasta los 480 kilómetros partiendo desde Salamanca, el calor que se avecina por unos parajes lisos, sin sombra...la soledad.
Así que, ayer a estas mismas horas decidí que no era el momento. Que quizás el año que viene.Que en otra ocasión...
Pero este mediodia, mirando como correteaban mis pececillos -que otra vez, han tenido alevines-, me di cuenta de un detalle, al tiempo que uno de los adultos devoraba de un bocado a uno de los minúsculos recién nacidos:
Quizás no tenga otra ocasión. A fin de cuentas, en un año pasan muchas cosas. Y los próximos doce meses van a ser bastante intensos. Se amplia la familia, se complica el trabajo, se cumplen años, de tiene menos dinero...
En eso estaba pensando cuando pagué la reserva del billete hacia Tordesillas, para hacer escala hacia Salamanca. Creo que también estaba pensando en eso cuando facturé la bicicleta. de hecho, durante las cuatro compras imprescindibles que realicé en el Decathlón, pensaba en todo aquello que puedo vivir durante el camino. Cada uno de los cuatro dígitos del pin que marqué para pagar con la tarjeta, los vi como cuatro objetivos que tendré durante el camino, y al llegar:
Libertad, reflexión, compromiso y optimismo. Algunos ya los uso. Pero quiero más de cada uno de ellos.
La tecla verde del OK en el datáfono, supuso la confirmación de que ni el calor, ni las preocupaciones, tendrán nunca ninguna posibilidad conmigo.  Al menos, las preocupaciones. Lo del calor... se irá viendo.
Escribo esto, con esos nervios que se tienen en lo que es el preludio de un cambio importante. Con una pizca de precaución o miedo, no lo sé diferenciar. Con ilusión. También con esa pena que te da el no ver a tu gente, a tu familia y a tu mozo en 5 o 6 días, que ahora mismo me parecen semanas.
Supongo que es algo que tengo que hacer.