Tengo un vecino, que hace un buen puñado de años se ha ido a trabajar a la capi, ha conocido a la que ahora es su mujer y pronto será la madre de su hijo, o hija. Me lo acaba de comentar por facebook, que se han venido de visita a casa de los padres/suegros al suroeste gallego.
Y, fíjate como son las cosas, que me he alegrado.
¿Por qué no me iba a alegrar?, se preguntará algún lector o lectora de los quince o veinte que pierden su tiempo en este blog.
Pues por que con mi vecino he inter-actuado muuuchas horas, pero muchas, a través de Internet. Incluso y de la forma mas curiosa y casual que a uno se le pueda llegar a venir a la cabeza, hemos coincidido telefónicamente.
También nos hemos leído en alguna ocasión.
Incluso hemos compartido algún amigo/conocido/compañero de trabajo, en el pasado.
Pero nunca nos hemos visto en persona, a pesar de que, cuando fuimos oficialmente vecinos, hasta compartíamos wifi, y vivíamos a un literal tiro de piedra.
Y alegrarse por las circunstancias de alguien a quien no conocers, parece que no está de moda. Pero yo, me algro. Kilos.
Y alegrarse por las circunstancias de alguien a quien no conocers, parece que no está de moda. Pero yo, me algro. Kilos.
Y va a ser padre.
Uhmm...
Claro; mi friki-entrada, tan bien preparada sobre el sistema operativo de mi nuevo móvil y las peripecias que estoy realizando para importar contactos entre nokia, outlook, kies y android, tienen necesariamente que pasar a un segundo puesto.
Por que no todos los días uno está embarazado.
Y además de alegrarme por la futura paternidad de alguien a quien no conozco personalmente desde hace tantos años, se me pasan por la cabeza esa serie de sensaciones que, a los que -casi con total seguridad-, no podremos ser padres por cuestiones sociales, se nos pasan por la cabeza, ante una tan grandiosa noticia:
Esa envidia (sana, muy sana) de educar, inculcar valores, sentirte orgulloso, sufrir un poco , disfrutar, compartir, valorar, comprobar como crece, prohibir esa salida, a sabiendas de que se las ingeniará para saltarse la prohibición y hacer luego como que no te has dado cuenta...tantas y tantas cosas...
Por eso me alegro. Por que conociendo la trayectoria del padre, el esfuerzo y dedicación de la madre, y la combinación de ambos, de ahí va a salir , como poco, un premio nobel. Aunque sea un premio nobel a nivel doméstico. Se que lo harán mejor que bien. Y yo estaré al otro lado del cristal (bueno ahora es plástico retroiluminado en formato panorámico), para verlo, y leerlo.
Felicidades Manoel.
Felicidades Zoel.
Vaya, vaya, y yo que creí que era tu vecina favorita. Buaaaaa.
ResponderEliminarFuera coñas, yo también tengo unos cuantos amigos interneteros a los que no conozco en persona (tú entre ellos), algunos desde hace ya cuatro años y cuando tienen sus penas y alegrías pues también me afectan. No todo en internet es malo, afortunadamente. A veces hasta te encuentras a alguna buena persona con la que compartes la wifi, jejeje.
Feliz semana, Nochete. Bicos.
A la fuerza tienes que ser mi vecina favorita... eres la única con la que me hablo, jejeje. No por que me lleve mal con las demás...es sólo, que no conozco a ninguna otra vecina. Y este hombre del que hablo... es el único dentro de su género, jeje.
ResponderEliminarPero si, tienes razón, aunue de una forma un tanto más distante, el "mundo electronico", tambien tiene sus alegrias. ;)