...uns pican e outros non.
Hoy me he metido una dosis tan elevada de capsaicina hasta un punto tal, que hora y media después tengo las papilas gustativas a punto de caramelo.
La capsaicina es un compuesto químico que incorpora el capsicum annuum.
Dicho de otro modo, se trata de aquellos pimiento de padrón que pican de cojones.
Y es que parte del atractivo de los Pimientos de Padrón, ademas de su sabor, es la posibilidad aleatoria e inidentificable a simple vista, de que uno salga picante. O muy picante. O picante de cojones, como ha sido el caso.
Así, una amena conversación se puede ver divertida y bruscamente interrumpida por ese picor tan característico, a la par que se dejan oir los archiconocidos consejos del tipo : "Come pan !!", o "Bebe. bebe mucho !!", o "No respires!!", o trágalo rápido, no te lo tragues, meterle otro pimiento para que reparta el picor, etc,etc,etc... Consejos que a pesar de saber perfectamente que nunca funcionan, preferimos seguir a rajatabla para mantener las manos ocupadas y no cortarnos las venas, que es lo que realmente nos apetece en ese momento.
Como dice el dicho gallego, "Os Pementos de Padrón, uns pican e outros non".
En cualquier caso, ha sido esta una gran velada cargada de sabores:
Mi primer bocado a una arepa, presagiaba una continuidad mas que segura.
La habitual zorza con patatas, los pimientos...y otros sabores menos tangibles...
Un muy ligero sabor amargo debido a esa envidia (siempre muy sana), que provoca el ver como alguien a quien aprecias sin medida, va a llevar a la practica un sueño como es el recorrerse media Europa en bicicleta. En Tándem , para ser más precisos.
Un dulce sabor provocado por la admiración de quienes fueron capaces de tomar una dura decisión que pondría un punto y aparte en su vida, y lo hicieron sin venirse abajo.
El saturado y contrastado sabor que traen consigo los viandantes que pasean junto a la terraza desde la cual los observas, dejando que acompañen a través de la vista, lo que degustas a través de la boca.
El casual recuerdo hecho realidad de toparte a quien hace años que no ves, mientras hablas de él, se convierte mas en vaticinio que en casualidad.
La agradable temperatura de una calurosa noche de verano, con 24 o 25 grados a media noche, pone la guinda a unas horas de regocijo desgraciadamente comedido, y te llenan la cabeza de preguntas que nunca osaras sacar fuera de ella.
Y de todo esto, solo puedes sacar una conclusión, tambien intangible: Que bien se está cuando se está bien.
Buen camino, bicigrinos.
Gracias por la velada, Alex.
Cierro mi libreta de tomar apuntes por hoy.
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