Sacrificar unos meses...o un año, en pro de un bien común, debería de ser algo mas llevadero, teniendo en cuenta el resultado.
Si todos empujan el carro en la misma dirección, es fácil. Por huevos tiene que ser fácil.
Seguro que por el camino no toparemos con piedras y baches, pero según lleguen, las iremos apartando para poder seguir empujando el carro.
Ese sería un buen plan.
Pero si parte de los que tendrían que estar empujando, contribuyen tan solo con instrucciones, advertencias o reproches, sobre cómo debería de ser empujado o guiado el carro en vez de empujar, la tarea se convierte en algo mucho menos llevadero.
La ilusión por llegar se convierte en desesperación. El trayecto en un suplicio.
Si ante el primer árbol caído en el camino, parte de los empujantes se vienen abajo pensando que ya será imposible seguir, cundirá el desanimo entre los demás.
Incluso aunque unos pocos quieran seguir, ellos solos no serán capaces de empujar el carro.
Siempre existen opciones...rodear el árbol, serrarlo...e incluso allanar el terreno y pasar por debajo.
Pero es cierta -y mucho-, esa frase que dice algo así como que "rendirse es siempre la última opción".
En caso de desacuerdo, será necesaria una asamblea para trazar un plan.
Si el plan tarda en llegar, se extenderá el desanimo.
Pero un hombre muy sabio me dijo una vez una -evidentemente-, sabia frase, que es la teoría a aplicar, y que está carente de errores tácticos. La frase dice así:
"No te disgustes (mucho). Sólo aquel porcentaje necesario para liberar la rabia y desengaño acumulados....llora mucho que eso agranda el corazón. Céntrate en tu objetivo y espera a que las aguas se calmen para ver cuan claras son y adivinar así, qué es lo que hay en su fondo".
Así, en cualquier momento se llegará a consenso, se buscará solución al obstáculo y se podrá seguir adelante con el carro.
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