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domingo, 15 de abril de 2012

De Esperanzas


A veces, sin previo aviso, llega alguien que te cuenta fragmentos de su experiencia en la vida, y por algún extraño motivo, logras reconciliarte con la raza humana.
Cuando crees que eres el único que rema hacia adelante, y hasta empiezas a dudar de si estas remando hacia adelante...y hasta de si lo que tienes en las manos es un remo o vas en una barca, notas un empuje en la misma dirección y te das cuenta de que no estas solo.

Alguien que te ayuda a no radicalizare en contra del resto de seres humanos, por muy idiotas que estos sean.
Alguien con quien seis horas y media parecen muy poco tiempo.
Alguien que te cuenta lo que piensa y lo que siente. Las rabias, los miedos y también los agradecimientos que  guarda en los bolsillos.
Alguien que te saca de un plumazo de tu anodina monotonía, y te transporta a Las Palmas, viendo como se aleja un melenas con mochila entre la multitud, fijando esa imagen en su retina para los restos, y dejando en ti esa misma imagen y sensación, acompañada de un esfuerzo apocalíptico para no romper a llorar en mitad de la cafetería.
Alguien a quien no te aburres de escuchar y que te deja muy claro que tus problemas, se quedan en simples anecdotillas, convirtiendo tu estado de decepción, en un estado de esperanza que crece logarítmicamente, mientras piensas que te gustaría formar parte del club de fans de la madre que lo parió.

Y después de 390 minutos, te das cuenta de que fuiste cabizbajo y tristón, y regresaste  con la cabeza bien alta y con una mueca, preludio de una sonrisa inminente, y el conato de un abrazo que se debió de dar, pero que aún no se dió.

Pocas personas tan laicas se cruzan en la vida de uno, a las que les regales admiración por su pensamiento, palabra obra y omisión, haciéndoles un hueco muy especial entre los pliegues te tu enmarañado cerebro, pasando a formar parte inmediata de tu libro de recuerdos, durante el viaje por la vida.

Alguien que en sus alforjas llevará, a pesar de los consejos, lo imprescindible, lo necesario, lo prescindible, y una cantidad ingente de moralidad y positivismo. Y podrá con todo, aunque ahora no esté muy seguro.

Alguien a quien te gustaría tener guardado en un cajón, para cuando lo necesites.
Alguien a quien la vida, por equilibrio natural y divino, tiene que corresponderle como el ha hecho hasta ahora.

Así es Alex, alguien a quien le sobra una cantidad tal de humildad, que llenaría medio Vaticano.

Y yo me quito la gorra a su paso.