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martes, 30 de julio de 2013

De re-animación

Cuando uno se desanima, tiene que volver a animarse...o re-animarse.

En ocasiones, uno se desvive en palabras, consejos o conversaciones mas o menos triviales y típicas para que quien está desanimado, cambien su actitud, o simplemente se distraiga del tema que lo ha llevado a ese estado de ánimo.
 Consejos y conversaciones como la que te dice que tienes que dar un cambio a tu vida, cambiar el chip, salir más, poner límites, pasar de todo, no darle importancia, darle mucha importancia, cortar por la sano, dejar que pase un tiempo...de todo y gratis.

Pero solo una persona, tan sólo una ha dado en el clavo con la fórmula sencilla a la par que eficaz:
Escuchar pacientemente sin apenas articular palabra, regalar un abrazo fuerte pero sin que llegue a quebrar costillas, y como regalo extra, un poco de poesía para los oídos de quien se encuentra abatido por sus circunstancias.

Cuando te reúnes con quienes te hablan con sinceridad y de corazón, te das cuenta de la diferencia que existe entre una conversación trivial sobre las aventuras y desventuras de fulanito, la gracia de menganito, o el precio del bolso del Zara,  y los pensamientos mas íntimos de uno, las inquietudes de otro, las aspiraciones de ella, los deseos de él...y se te enfría el café, o tratas de seguir bebiendo de una taza que se ha vaciado hace rato sin darte cuenta.

Las horas vuelan y te ves envuelto en un torrente de sentimientos, de alegría, de admiración, de orgullo por lo ajeno y por el prójimo mas próximo.

Te sientes profundamente agradecido por haber sido admitido entre quienes admiras de verdad, por sus formas, sus conocimientos, sus virtudes, sus comprensiones, sus paciencias...y aunque en el fondo no sabes a ciencia cierta si eres uno de ellos, procuras borrar esa inquietud para concentrarte en lo que realmente importa: ese momento.

Cuando te encuentras con gente de verdad, personas realmente auténticas, un halo de magia lo envuelve todo y actúa de anestesia que mitiga el dolor emocional previo al encuentro, para dejar paso a una paz muy excitante. 
Y yo que no las pillo por que nunca he aprendido a leer entre lineas, tengo que hacer un pequeño esfuerzo adicional para estar a la altura, pero compensa.

Notas como trabaja la cabeza cuando te rodeas de personas con un coeficiente emocional y una calidad humana mas elevada que la media.

Realmente se hace de menos el tele-transporte, cuando te sientes tan cómodo y aprendes tantas cosas de alguien que está por aquí de forma temporal, y que volverá a su lugar de origen, a diez mil kilómetros de distancia.

Al resto, será necesario continuar frecuentándolos para que la vida propia adquiera un sentido lógico.

En cualquier caso, todos/as han contribuido, en algún caso sin saberlo, a una re-animación. 

Apertas.



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