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lunes, 24 de enero de 2011

De senderismo y otras insanas costumbres

Hacía un frío que pelaba, pero así que empezamos a caminar, la sensación térmica subió una docena de grados. Hace mucho que no me levanto yo tan tempranico para hacer senderismo.
 Ocho amigos, ocho grados de temperatura, y 12 Km de ida. Creo que a la vuelta había otros tantos. Lucía un sol magnífico, las pocas nubes semejaban islotes blancos de algodón en mitad de un cielo azul, y yo portaba mi mochila con el equipo de fotografía.
Ese era el contexto.
Tengo que reconocer que lo echaba de menos. Desde que me volví de mi último camino de Santiago a pié (que después hice otro en bici), no pateaba yo tanta distancia. Pero no percibí ninguna queja de mis extremidades inferiores. Imaginé que me darían algún problema por la falta de uso.
Subimos a lo alto de un monte próximo a Baiona, llamado "O Cortelliño". Y al llegar dimos buena cuenta de unos chorizos que asamos allí mismo, a puro fuego, sentados sobre el césped, junto a una pequeña ermita y unas vistas de las que adjunto una panorámica (click para aumentar). Las cíes, Baiona, Nigrán, mar, cielo, libertad, aire puro y frío... y me sigo preguntando qué es lo que la gente le ve a meterse con treintaytantos en un local que triplica el aforo máximo previo pago de entrada para meterse un garrafonazo. Con lo cómodo que se está de chandal. Aunque claro, según determinadas teorías, -lo de hacer una ruta domingomañanera de senderismo-, lo hace menos gente que la que sale de copas, quizás los raros, somos nosotros.
En cualquier caso, llevo media vida yendo a contracorriente de las modas y las costumbres -y encima me gusta-, así que seguiré torturándome con este tipo de cuestiones.
Tenéis que probarlo. Adelgaza, te pone el culo en su sitio, es divertido, barato, creativo, y el premio son unas vistas de orgasmo. Y sin temor a los controles de alcoholemia.

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