No puedo negar que ayer, a estas mismas horas, decidí no ir.
El año pasado me lo pasé tan bien, y conocí a unos compañeros durante el camino, tan auténticos, que no creo que pueda ni siquiera igualar el listón este año.
Llevo pensando en hacer de nuevo el camino de Santiago en Bicicleta, desde el mismo momento en el que lo terminé el año pasado cuando partí desde Oviedo. Pero un año es mucho tiempo, no cave duda. Y suceden muchas cosas. Y te van minando el ánimo: Las cosas del -todavía- trabajo, la forma física que se descuida por que siempre crees que tienes tiempo para ponerte a punto, la distancia que este año aumentaré hasta los 480 kilómetros partiendo desde Salamanca, el calor que se avecina por unos parajes lisos, sin sombra...la soledad.
Así que, ayer a estas mismas horas decidí que no era el momento. Que quizás el año que viene.Que en otra ocasión...
Pero este mediodia, mirando como correteaban mis pececillos -que otra vez, han tenido alevines-, me di cuenta de un detalle, al tiempo que uno de los adultos devoraba de un bocado a uno de los minúsculos recién nacidos:
Quizás no tenga otra ocasión. A fin de cuentas, en un año pasan muchas cosas. Y los próximos doce meses van a ser bastante intensos. Se amplia la familia, se complica el trabajo, se cumplen años, de tiene menos dinero...
En eso estaba pensando cuando pagué la reserva del billete hacia Tordesillas, para hacer escala hacia Salamanca. Creo que también estaba pensando en eso cuando facturé la bicicleta. de hecho, durante las cuatro compras imprescindibles que realicé en el Decathlón, pensaba en todo aquello que puedo vivir durante el camino. Cada uno de los cuatro dígitos del pin que marqué para pagar con la tarjeta, los vi como cuatro objetivos que tendré durante el camino, y al llegar:
Libertad, reflexión, compromiso y optimismo. Algunos ya los uso. Pero quiero más de cada uno de ellos.
La tecla verde del OK en el datáfono, supuso la confirmación de que ni el calor, ni las preocupaciones, tendrán nunca ninguna posibilidad conmigo. Al menos, las preocupaciones. Lo del calor... se irá viendo.
Escribo esto, con esos nervios que se tienen en lo que es el preludio de un cambio importante. Con una pizca de precaución o miedo, no lo sé diferenciar. Con ilusión. También con esa pena que te da el no ver a tu gente, a tu familia y a tu mozo en 5 o 6 días, que ahora mismo me parecen semanas.
Supongo que es algo que tengo que hacer.
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