El otro otro domingo me pasé como hora y media buscando una cafetería o sucedáneo, donde no tuviesen puesto algún partido de fútbol
Al final después de una docena de kilómetros y una docena de paradas, terminamos en una pastelería de esas que tienen 3 o 4 mesas para tomar un café. No tenia televisión.
Y me da pena, que me enchufen el fútbol, sí o sí. Es eso, o quedarme en casa.
Y un partido no me molestaría si no fuese por esa absurda manía que tiene el sector hostelero en basar su existencia en torno a carteles enormes escritos a mano en la puerta, o en las pizarras de la entrada, entre los calamares y la tortilla, como si de una tapa más se tratase.
Y al entrar, 3 o 4 televisiones, -una en cada esquina-, y también algún proyector contra una pared, para que no puedas ni pensar, amén de enchufar el audio a todo trapo para que no puedas ni hablar.
Encima, una orda de ogros berrean e insultan al aparato de televisión una y otra vez, gritando de todo, a todos y de forma constante.
Nunca he sabido por qué, si nadie más que ellos mismos les escuchan.
Me da rabia no poder elegir si quiero o no ver un partido de fútbol.
Me da asco la actitud de esa, -otra vez-, orda de fundamentalistas deportivos que tachan de maricón a quienes no comulgan con su ideología deportiva.
Me deja frio el entusiasmo de esos clientes, por beber y pagar ante una televisión, y que después de dejarse sus 20 o 30 euros cada domingo por cabeza, se quejen como el que más por la crisis y lo difícil que es llegar a fin de mes.
Me molesta mucho, casi de forma infinita, que un partido pueda reunir a más gente que una manifestación antiterrorista.
No soporto el hedor de lo económico que rodea al fútbol. La suma del "valor" de cada uno de los jugadores que juegan, los del banquillo, los distintos árbitros, cada una de las entradas del publico, los gastos de infraestructura del estadio, seguridad, publicidad, retransmisión en radio, televisión e internet, las distintas publicaciones en prensa antes y después del encuentro, los miles de horas de emisión para tratar cada aspecto y abrir cientos de debates en torno al partido a posteriori, lo que mueve la publicidad a titulo personal con cada jugador anunciando desde cervezas hasta coches o cualquier otro evento o marca... y luego todos esos miles de implicados no dejaran ni un duro a quien les pide de forma más o menos legítima por la calle un euro para comer o para drogarse.
La ingente cantidad de dinero que mueve uno solo de los partidos retransmitidos cualquier domingo, serian suficientes para paliar el hambre de 20 millones de personas durante un año entero.
¡¡¡ VEINTE MILLONES DE PERSONAS !!!
Y todos los que escogen una cafetería con fútbol un domingo, son cómplices de que muera gente por no tener para comer.
¿Drástico? Quizás. Pero no por eso tengo menos razón.
Me queda un sabor amargo asqueroso, cada domingo.
yo si ponen fútbol en una cafetería no entro,me parece un engañabobos este deporte,bueno,el deporte en si no,solamente toda la parafernalia que lo rodea;no me gusta el fútbol y todo esto que comentas siempre me ha hecho odiarlo más todavía.
ResponderEliminarCuando alguien no me conoce y me ponen el periódico deportivo "marca" en las narices comentando cosas de entrenadores y chanchullos propios de este deporte la verdad es que les corto diciendo la verdad,que no me gusta en absoluto,aunque pase por "raro",porque eso es lo que les parezco y a mi me da igual lo que piensen.Cuando veo la tv y ponen fútbol simplemente paso de canal,no lo soporto..
Yo creo que el dia que una cafeteria tenga como slogan publicitario "aqui no ponemos futbol",tiene el exito asegurado. A ver si algun empresario hostelero toma nota...
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