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lunes, 13 de diciembre de 2010

De compras navideñas

Aunque es domingo, en diciembre los comercios, tiendas y centros comerciales abren sus puertas para que la plebe pueda gastarse los pocos dineros que les quedan, obnubilados, -casi hipnotizados diría yo-, por luces de colores, suaves villancicos, embalajes llamativos y apetecibles, grandes descuentos en segundas unidades, y un montón de frases tipo "pague dentro de 3 meses" o "sin intereses" o "si no queda satisfecho, se jode".
Yo, realmente no iba a comprar ningún regalo para nadie. Básicamente, por que todavía no sé que es lo que le voy a regalar a nadie. Soy muy malo para hacer regalos.
Pero necesitaba comprar un par de cosillas, (unos CD´s con canon y un enchufe de tres bocas). Vamos, fruslerias...
Decidí acercarme al carrefur. Me queda cerca. Concretamente "a 10 minutos del centro". Bueno, eso a las 5 de la madrugada. Con el atasco que hay, los 10 minutos se convierten en 25, mas otros 20 para aparcar de cualquier manera, después de darle un par de gritos y un bocinazo al típico chulo que se cree que por tener un bmw es dios,  en el aparcamiento del mencionado centro comercial. Yo estaba primero, que esperé pacientemente a que aquella señora metiera una tras otra sus 15 bolsas, las acomodara, fuese a poner su carrito al parking de carritos, volviese, se le callesen las llaves, las recogiese, entrase en el coche, se pusiese el cinto, acomodase el asiento, el espejo, se pintase los labios encendiese el motor, buscase la marcha atrás y consiguiese salir. Y ni el señor Dios, que llego justo en ese momento, me iba a dejar sin aparcamiento. Yo, por mi aparcamiento, maaaatooo.
La rampla mecánica, a rebosar de gente, en un momento determinado se paró, pues el hijo imbécil de alguna madre idiota, le dio al botón de stop. y como los carritos no andan debido a los microrailes de la rampla, estuvimos atrapados un ratito, hasta que el guardia llegó, y tranquilamente, metió una llave.

Cuando por fin entré, me acordé de un local de copas en el que estuve el viernes. Me pregunté si en en carrefur existe un aforo máximo. ¿De cuánta gente? ¿Quien la cuenta? Aquí no hay porteros...

Aunque fui directamente a la sección de informática, el trayecto fue lento. Como en una procesión.
La gente, en un centro comercial se transforma. Se vuelve curiosa. Quieren tocarlo todo. Abrirlo todo. preguntarlo todo. Comentarlo todo con sus seres allegados.
Luego en la calle, se la pela el mundo, los indigentes, sus vecinos... pero aquí en este centro comercial, todo es maravilloso. Es casi casi, como si todo estuviese al alcance de la mano. Un deseo limitado por esa barrera en forma de cajas de cobro con sus alarmas que pitan una y otra vez. Yo creo que pitan de forma aleatoria, como para decirle a la gente "eh ¡¡ que tenemos alarmas ¿eh? Así que..ojo".
Tras largos minutos de procesión, después de esquivar manadas enormes de críos, carritos solitarios a la deriva atravesados en mitad del pasillo, padres cegatos que necesitan ponerse justo en el medio del pasillo, como para tener una vista mas global del producto que al final no se van a comprar, y madres que se preguntan para qué servirá un multimedia player, llego a la estantería de los CD´s. Cojo los mas baratos.
Me planteo, acto seguido, si merece la pena recorrer la distancia que me separa de la sección de electricidad. Es que hay que pasar por la sección de electrodomésticos y la de juguetes. Y en estas fechas....
Me armo de paciencia.. y voy.
Mientras me acerco, veo como los niños arrancan juguetes de las estanterías y los dejan en cualquier sitio después de ser increpados pro sus padres. Increpancia que no incluye las instrucciones necesarias para indicar que se deje donde estaba el caballito de peluche.
una cosa que me llama mucho, pero mucho mucho la atención es la imperiosa necesidad que tiene todo el mundo de romper el embalaje y abrir la caja como para comprobar si realmente dentro está lo que aparece en la foto y se menciona en la descripción. Una vez comprobado, se deja la caja abierta y medio rota y se mete en el cesto de la compra la caja que esta detrás perfectamente embalada.
En el departamento de electrónica lo que se lleva es apretar todos los botones de todos los aparatos. Para ver qué ocurre. O subir mucho el volumen de los equipos de música y televisiones.
Incluso los electrodomésticos que no están conectados, tipo lavadoras o microhondas, sufren el apretón de botoneras y giro continuo de sus mandos. ¿Por que si no están ni enchufados?
Fueron 10 minutos eternos. Pero llegué. Tras decidir cual de los cuatro o... trescientos modelos de enchufe necesitaba, todavía me quedaba acercarme hacia la caja.
Las cajas rápidas, -esas en las que puedes tener un máximo de diez artículos-, suelen ser las más entretenidas.
¿Un pack de 4 yogures es 1 artículo o son cuatro?
¿Y un 2x1? ¿Son dos o uno?
En cualquier caso, diecisiete artículos son diecisiete, no diez. No ha lugar a discusión con la pobre cajera. Y el indicador de caja rápida, máximo 10 artículos que cuelga del techo., es amarillo chillón y mide 2 metros de largo por uno de ancho. Y las cajas son amarillas. ¿Por qué discute la gente?
Me cobran. Mal. Y aunque me doy cuenta inmediatamente de que han duplicado un artículo (dos enchufes, en vez de uno), y así se lo indico a la cajera, me dice que tengo que ir a atención al cliente.
Me niego a discutir. Me agotan estas actitudes en la gente. Me limito a pensar que aquella cajera es simplemente idiota, y que no sabe ni hacer la "O" con un canuto, y voy a caja central, donde todavía tienen que confirmarlo y yo esperar 5 minutos.
Es desesperante.
Pero es navidad.

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