Hace unas semanas, me he visto atrapado en una serie de cambos bastante importantes. Unos cambios que, a pesar de lo que digan, ni he provocado, ni he aprobado. Ni tampoco, por qué no decirlo, considero justos pero, teniendo en cuenta mi máxima, -esa que dice que nunca trataré de convencer a los demás de algo, pues creo que los demás tienen que hacer las cosas por que quieren, no por que alguien logre convencerlos-, no he querido hacer nada para tratar de cambiar ese destino que tan premeditadamente me han preparado.
Esos cambios, a priori amenazaban con ser como poco...trágicos.
He de admitir que hasta he llegado a temer por mi estabilidad psicológica, e incluso por mi rutina.
Mi tan amada rutina.
Pero el discurrir de los días me está demostrando que la cosa no sólo no pinta tan negra, sino que además, va a tener muchos colores. Incluso el rosa.
Un destierro te deja en limpio muchas cosas. Pero te abre nuevas ventanas. Cuando no se está acostumbrado a abrir ventanas, se teme por las presencias que se encuentran al otro lado.
Pero si tras la apertura de las tres o cuatro primeras ventanas, todo va bien, te animas a seguir girando pomos.
Mi gráfica tira pal norte.
Me encuentro bien. Por fin estoy pillando peso. No mucho, pero medio kilito en mi descuidado cuerpecito de muñeco se valora mucho. Ahora puedo dedicar tiempo a cenar con calma, en vez de sacrificar mi salud en pro de los demás.
He descubierto que dedicar tiempo a los demás por iniciativa y no por imposición, permite ser más eficaz en lo afectuoso. Puedes dedicarte más tiempo para preparar esa cita, o esa kdd, para que los demás se encuentren lo más a gusto posible.
Ahora puedo dedicar mas tiempo a mis aficiones. Escribir, fotografiar, la informática...
incluso estoy preparando un curso que me reportara muchos beneficios personales y unos pocos económicos.
Y tengo prevista una pequeña exposición para el primer trimestre del 2011, con algunas de las imágenes que, -ahora sí-, puedo tomar con calma. Algo que ver también tienen las horas de lectura y estudio que le estoy dedicando a los grandes en estos menesteres.
Me decía precisamente ayer un buen amigo, que es importante trascender. Dejar constancia de tu paso por el planeta, mientras dure.
A él le gustaría entre otras cosas, tener un hijo. Yo, que lo tengo más difícil debido a la incapacidad social que me rodea, como para poder aceptarlo, he decidido dejar un apunte de mi existencia de dos formas: compartiendo los poquitos conocimientos que pueda tener en un par de campos muy determinados, y en forma de imagen. Esas imágenes con mensaje que tanto me gustan. Para que las hijas y nietos de los demás, puedan recordarme.
Tal y como siempre he querido: en segundo plano, pero de forma imprescindible. En forma de apunte. De cuadro de salón.
Incluso noto como crece mi creatividad. Ultimamente todo está cambiando.
De mal en mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario