Contribuyentes

lunes, 29 de noviembre de 2010

De apariencias

Es grato comprobar como la gente se acuerda de uno.
Saber que siguen contando conmigo (o, en ocasiones, con mis conocimientos sobre cuestiones electrónicas o informáticas), me produce una agradable sensación.
A mi me gusta echar una mano, y si además, estoy en buena compañia ante un café, soy feliz. No necesito más.
No necesito rodearme de conocidos y hacer el imbecil ante una cámara de fotos para dar a entender a quien me ha agregado al feisbuk, que me lo he pasado bien. No necesito demostrarle a nadie como me lo paso. Yo no vivo de apariencias.
Cuando quedo con alguien para hacer unas fotos a la luna y compartir truquillos y experiencias para mejorar la calidad, o para dar clases de informática en el centro cultural a personas mallores o lejanas a estas lindes, cuando me proponen acercarme para un café con ajuste de portatil incluido, cuando simplemente me llaman para charlar, o proponerme una ruta en bicicleta...cuando hago cualquiera de estas cosas, lo vivo, lo disfruto...pero no me veo en la imperiosa necesidad de -intentar- demostrarle a los demas que me lo he pasado bien. O mejor que ellos. Supongo que quienes se dedican a esas lindes, lo hacen precisamente por lo contrario de lo que quieren aparentar: Por tener unas vidas realmente vacias de contenido. Unas vidas aburridas. Por que, por querer ser como los demás se les ha ido la mano y tratan de aparentar ser mejores que los demas. Y es algo verdaderamente triste, cuando lo haces por despecho. O por ignorancia. O por estupidez.
Por que todo eso tiene cura si lo tratas a tiempo. Cuando te acostumbras a vivir en una vida que es mentira -o exageración-, te acostumbras a vivir asi. Y lo ves como algo normal.
En la vida, al igual que en el sexo, es necesario dejar algo para la imaginación. Y algo para lo privado. Cuando haces que tu vida sea totalmente pública por querer aparentar, corres el riesgo de que la gente se ria de ti. Y de que encima, no te enteres.
Dice una frase que particularmente me gusta mucho: "Siempre es mejor aparentar ser menos, pero tampoco dar lástima".
Por otro lado, esta obsesión por mantener una imagen explica muchos comportamientos aberrantes, e incluso tiene su pertinente estudio y denominación patológica.
No digo yo, -faltaría más, pues no soy autoridad de ningún tipo en este ambito-, que de vez en cuando y en determinadas circunstancias no sea necesario el dar a entender una idea de uno mismo, que no es exacta al 100%. Como cuando se acude a una entrevista de trabajo. Pero una cosa es hacerlo por omisión y que quien está enfrente lo piense, y otra cosa es armarse de imaginación y directamente... mentir e inventar.
Supongo que la solución pasa por aceptarse, en primera instancia, a uno mismo. Y a partir de ahí, analizar y observar lo que nos rodea. Muchas cosas se pueden sustituir. Otras, solamente se pueden modificar un poco. Pero todo vale si se trabaja de la mano de la honestidad, para lograr acercarnos a esa visión que tenemos en mente, y que en la actualidad simplemente queremos aparentar, pero sin hacer nada en modo práctico para llegar a ella.
Que triste en vivir de apariencias...

1 comentario:

  1. Más triste que vivir de apariencias es, incluso, no darse cuenta de que se vive de ellas. Un saludo, vecino.

    ResponderEliminar